"Vestir la cruz" era la actividad con que se abría la celebración el 1 de mayo. Consistía en colocarle unos lienzos que llevaban en su centro un crucifijo y los elementos de la Pasión. El objetivo era expresar el sacrificio de Cristo para salvar a la humanidad.
Todas las tardes, los fieles se congregaban alrededor de la imagen para rendirle culto.
Cada casa contaba además con su propio crucifijo, donde llegaban a lo largo del mes los vecinos a rezarle rosario y cantarle las letanías.
Para concluir la celebración, la cruz del pueblo era llevada en procesión por la localidad. En el trayecto se cantaba y pasaba por las casas de los vecinos solicitando limosnas. Luego, era puesta en un altar preparado en algún inmueble del pueblo.
Se agradecía con rosarios y novenas la recolección de limosnas, se repartían los alimentos e iniciaban los cantos y bailes.
Finalmente, la imagen era desvestida y guardada en la casa de un nuevo custodio.
Con el paso del tiempo dejó de ser una festividad al alero de la Iglesia y se constituyó en una práctica religiosa de la comunidad.